Durante su historia centenaria, la trayectoria futbolística del Club Deportivo Tenerife ha transcurrido en dos escenarios de la capital tinerfeña: el campo localizado en la calle Miraflores, entre 1922 y 1925, y el estadio Heliodoro Rodríguez López, originalmente Stadium del Club Deportivo Tenerife, hasta que tomó el nombre del referido expresidente de la entidad.
El campo del viejo Sporting Club
Situado en las proximidades del barranco de Santos, sobre un solar donde hoy confluyen las calles Miraflores y Alfaro, la construcción del primero de los campos se realizó en 1913, a iniciativa del Sporting Club Tenerife, que había nacido un año antes. La cancha de juego contaba con 100 metros de largo y 50 metros de ancho.
En 1922, con la desaparición de la antigua entidad y la creación del nuevo CD Tenerife, el campo pasó a ser administrado por la flamante sociedad presidida por Mario García Cames. Allí tuvo lugar el primer partido del conjunto blanquiazul, el día 1 de octubre, un amistoso contra su segundo equipo, que acabó con victoria del filial (0-1), mientras que el encuentro de despedida se celebró el 12 de julio de 1925, ante el Laurel FC, al que se impuso el representativo (3-1).
Además de los mejores equipos de las islas, por el antiguo campo desfilaron rivales como el Nacional, Marítimo y Unión de Funchal (Portugal), Real Vigo SC, Sevilla FC y RCD Espanyol.
Al objeto de contar con un recinto deportivo más espacioso, capaz de acoger a 14.000 espectadores, los rectores del CD Tenerife comenzaron a darle forma a la idea pasado el verano de 1923. De hecho, en noviembre ya contaban con un anteproyecto para su construcción, obra del ingeniero Juan Muñoz Pruneda, vicepresidente del club, con un presupuesto de 300.000 pesetas.
La construcción del Stadium
La adquisición de la parcela elegida, ubicada junto al camino de San Sebastián, muy próximo al colegio de las Asuncionistas, en la zona de expansión de la ciudad hacia la Costa Sur, se formalizó en agosto de 1924. Su financiación, igual que la construcción del recinto, se efectuó por la vía de la emisión de un empréstito, suscrito por alrededor de un centenar de aficionados.
El nuevo Stadium del CD Tenerife adquirió forma en menos de un año, siendo inaugurado el 25 de julio de 1925. Para la cita se contó con el concurso del Marino FC grancanario. Curiosamente, el honor de marcar el primer tanto de la historia del recinto le cupo a Joaquín Pascual, que era guardameta –jugó en esa demarcación con el FC Barcelona– pero que esa tarde tuvo que cubrir una contingencia de última hora, siendo alineado en la delantera. Luego de que Teodosio empatara para el visitante, la victoria quedó en casa gracias a un tanto de Ángel Arocha, a falta de 12 minutos para el final.
La primera reforma
Dos décadas después fue proyectada su remodelación, gracias a la iniciativa del presidente Heliodoro Rodríguez López, que previamente tuvo que gestionar la recuperación de la propiedad, pues había pasado a manos del Cabildo Insular. El anuncio se dio a conocer en el verano de 1945, teniendo lugar el 7 de septiembre de 1947 la inauguración de la primera de sus piezas, la grada de General, paralela a la calle San Sebastián, en un amistoso con el Real Madrid. La fiesta quedó completa con la victoria (2-0) obtenida sobre el cuadro merengue.
Tuvieron que pasar dos años para el estreno de la nueva grada de Tribuna, el 3 de mayo de 1949, con un encuentro frente a otro de los históricos rivales de la región, el Real Club Victoria, que logró un empate (2-2) ante el representativo tinerfeño.
La determinación mostrada por el presidente, respaldando el proyecto del arquitecto José Enrique Marrero Regalado, le valió al entonces mandatario blanquiazul la concesión de la Medalla de Oro al Mérito Deportivo, a petición de los socios del club, distinción que recibiría el 25 de julio de ese año, coincidiendo con el vigésimo cuarto aniversario de la inauguración del antiguo Stadium.
En el acto, Heliodoro Rodríguez quiso simbolizar la unión del fútbol isleño y contó de hecho con el respaldo de los presidentes de otros clubes históricos. Es más, fue el Real Unión la entidad que propuso que el estadio llevara su nombre, dos días después de que se registrara su fallecimiento, el 4 de marzo de 1950.
La modernización definitiva
Con el paso de los años, las dificultades financieras provocaron la pérdida de la propiedad del estadio. Recién iniciada la década de los 70, el Cabildo Insular se hizo cargo de recinto, acometiendo a partir de los 80 una nueva remodelación. El deterioro progresivo de sus estructuras –en 1985 hubo que demoler la visera de la Tribuna, por motivos de seguridad y en evitación de derrumbes parciales–, junto a la necesidad de ampliar su aforo, sobre todo con el ascenso a Primera de 1989, facilitaron el desarrollo del proyecto encargado al arquitecto Carlos A. Schwartz.
No obstante, la necesidad de compatibilizar su uso con la realización de los trabajos obligó a ejecutar las obras de manera progresiva, grada por grada. Con la apertura de la última de ellas, la de San Sebastián, el 3 de enero de 2001, concluía un complejo proceso constructivo de 15 años, que no solo incluyó la transformación de los cuatro sectores de graderío, sino que supuso también el remozado del césped y la instalación de nuevos sistemas de drenaje, iluminación, seguridad, etc. La inversión efectuada superó los 2.000 millones de pesetas.