Como jugador defendió las camisetas de la UD Las Palmas y el CD Tenerife, además de la llegar a la selección española, y como entrenador le dio un ascenso a los blanquiazules y evitó igualmente un descenso.
BOTA HELIODORO / ACAN
La laboriosidad y el pundonor hicieron de Martín Marrero de la Cruz (Santa Cruz de Tenerife, 1945) uno de los futbolistas tinerfeños con más número de presencias en la Primera División. El añadido de sus recursos técnicos le permitió formar parte de la mejor plantilla de historia de la UD Las Palmas, club en el que desarrolló la mayor parte de su carrera. Tras abandonar la práctica activa se dedicó a la dirección técnica, con el éxito del ascenso a Segunda al frente de los tinerfeñistas, en la temporada 86-87.
Formado en las filas del Real Unión de Tenerife, Martín dio el salto a la categoría nacional con el CD Tenerife, donde militó por espacio de tres temporadas, en Segunda División, bajo las órdenes de Satur Grech y Joseíto. Durante el verano de 1966 fue traspasado a la UD Las Palmas, junto a José Juan, dentro de una operación económica cifrada en tres millones y medio de pesetas.
Su llegada a la entidad grancanaria se produce en pleno desarrollo de un firme proyecto de cantera que le permitió participar en la gesta más importante de su historia: el subcampeonato de Liga logrado en la campaña 68-69, con Luis Molowny en el banquillo, junto a Germán, Tonono, Guedes, Gilberto II y Castellano, entre otros legendarios amarillos.
El nivel alcanzado le reporta individualmente la condición de internacional, que estrena frente a Bélgica, en 1969. Tras un intervalo aciago de dos temporadas, los amarillos volvieron a pujar fuerte en 1972, con Pierre Sinibaldi al frente del equipo, lo que supuso una quinta plaza que daba derecho a jugar la UEFA.
El ciclo del técnico francés se prolonga tres años más, con desigual balance. Hay que remontarse hasta 1977 para localizar los últimos éxitos colectivos en la carrera de Martín: un cuarto puesto liguero, con los argentinos Carnevalli, Wolff, Brindisi y Morete, y el subcampeonato de Copa (1978), con Roque Olsen y Miguel Muñoz, respectivamente, como técnicos.
Posteriormente, desarrolló una notable carrera como entrenador. Martín Marrero dirigió al Tenerife en dos etapas. Lo hizo con casi diecisiete años de diferencia y en circunstancias completamente diferentes. Excepto Joseíto, que dirigió al equipo en el curso 65-66 y luego en la campaña 81-82, nadie ha entrenado a la entidad blanquiazul con un tan amplio lapso de tiempo en medio, según cuentan Luis Padilla y Juan Galarza en su libro El CD Tenerife en 366 historias.
A mediados de los años ochenta ejerció como primera opción de Javier Pérez, gozó de plenos poderes, le dieron continuidad, firmó un ascenso de categoría, pero fue cesado. Casi dos décadas después lo hizo como segunda elección de Pérez Ascanio tras la destitución de David Amaral, y aunque tuvo esa etapa un carácter provisional y, los resultados fueron notables, duró unos meses en el cargo.