Acabada la guerra, el eterno secretario general blanquiazul, José Díaz Prieto, reorganiza el fútbol insular. En el CD Tenerife, el presidente Pelayo López marcha a dirigir la reconstrucción de regiones devastadas y, tras una breve etapa con Eduardo Valenzuela, le sucede Heliodoro Rodríguez López, que había sido su vicepresidente durante una década.