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Felipe, símbolo de la década prodigiosa

Felipe

El jugador leonés llegó al CD Tenerife procedente del Sporting de Gijón en el verano de 1989 y se retiró en la Isla, diez años después, tras disputar 357 partidos como blanquiazul todos en la máxima categoría. Se convirtió en uno de los mejores futbolistas que ha tenido la entidad a lo largo de su historia.

BOTA HELIODORO / ACAN

Felipe Miñámbres Fernández (León, 1965) disputó su último partido como jugador del Tenerife el 21 de marzo de 1999. Esa tarde también dijo adiós al fútbol profesional. Lo hizo, sin él saberlo, en el vestuario del Heliodoro y en el descanso de un partido ante el Villarreal, cuando Carlos Aimar, entrenador blanquiazul, ordenó su sustitución por Slavisa Jokanovic.

FELIPE, SÍMBOLO DE LA DÉCADA PRODIGIOSA
FELIPE, SÍMBOLO DE LA DÉCADA PRODIGIOSA

Mes y medio después estaba en la banda de ese mismo escenario, esta vez como entrenador y en compañía de Valentín Jorge ‘Robi’ en un desesperado intento de lograr la permanencia de un equipo que ya estaba condenado al descenso, según recuerdan Luis Padilla y Juan Galarza en su libro ‘El CD Tenerife en 366 historias’.

Atrás quedaban 357 partidos oficiales y 40 goles en diez temporadas como blanquiazul, siempre en Primera División. Fue, de hecho, el único jugador que protagonizó de principio a fin la década prodigiosa del CD Tenerife en la élite y eso explica que tenga el récord de partidos disputados como blanquiazul en la máxima categoría (310).

Al irse, también dejó atrás quince encuentros y cinco goles en la Copa de la UEFA, donde firmó actuaciones memorables y tantos inolvidables. El remate cruzado en el Abbé Deschamps ante el Auxerre o el zapatazo desde 30 metros en el Karaiskakis frente al Olympiakos solo son dos ejemplos del tercer jugador que más encuentros oficiales ha disputado con el CD Tenerife en su casi centenaria historia.

Y es que la trayectoria de Felipe en la Isla tuvo capítulos que hablan de su coraje y su superación. De entrada, su fichaje ya fue controvertido, pues llegó al acogerse el futbolista al Real Decreto 1006/85 y pagar su cláusula de rescisión al Real Sporting de Gijón.

Desde el inicio fue considerado el pilar sobre el que debía asentarse el CD Tenerife 89-90 en su regreso a la Primera División, aunque su coste, 60 millones de pesetas, fue inferior, a otros jugadores. Además, la entidad había adquirido futbolistas con más experiencia que Miñambres en la máxima categoría: Hierro, Francis, Revert o Luis García.

Eso sí, el depositario de toda la presión era el delantero maragato, que el curso anterior había marcado nueve goles en 32 partidos ligueros con el Sporting. Ya en el CD Tenerife 89/90 destacó en pretemporada y en la Copa del Rey marcó ante el Deportivo y firmó una exhibición en Vallecas, cerrada con un gol mágico que clasificaba a los blanquiazules en la prórroga.

Esas actuaciones y el hecho de que España se estrenara en el Heliodoro, le llevaron a la internacionalidad. Y en su debut con ‘la Roja’ anotó un gol decisivo en el triunfo (2-1) ante Suiza sobre un barrizal.

Convertido en capitán y símbolo, durante meses y meses, mientras se echaba el equipo a la espalda, el Heliodoro reclamó su internacionalidad al seleccionador, Javier Clemente. El premio llegó con su convocatoria para el Mundial de Estados Unidos 94, donde jugó dos partidos y ante Bolivia forzó un penalti, una de sus especialidades.

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