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Los goles hermanaron a Nino y Julito

Julito y Nino posan para el fotógrafo Miguel Barreto ante el viejo portal de la grada de Herradura (ACAN)

El 26 de agosto de 2010, el delantero andaluz vivió en los  exteriores del estadio una cita especial con el máximo realizador del Tenerife de todos los tiempos. “Yo tenía que moverme por todo el campo, en busca del balón, robarlo y dar con la portería contraria”, le dijo Julito

BOTA HELIODORO – 17 agosto 2020 / JUAN GALARZA

Nino regresa a la isla. Han pasado casi nueve años desde su despedida como blanquiazul en una tarde aciaga, la del 28 de mayo de 2011. Tan infeliz como el grueso del curso, aquel que acabó con el descenso a Segunda B. Sin duda, si alguien mereció entonces el indulto, ése fue el delantero natural de Vera (Almería), que durante cuatro temporadas no paró de marcar goles para el CD Tenerife, hasta completar una cifra al alcance de pocos: 80 dianas.

Nueve meses antes, el 26 de agosto de 2010, cuando nadie podía  imaginarse aquel fatídico desenlace, Nino acudió a una cita especial en los alrededores del estadio. Un encuentro con el máximo goleador de la historia del club, Julio Alonso Arribas, el gran Julito, que a sus 80 años se presentó en el lugar con la ilusión de un chiquillo. No era para menos: casi medio siglo después de colgar las botas, la reunión con el ídolo del momento adquiría para él tintes de homenaje inesperado.

Fue un acto sencillo, en un lugar emblemático, acorde con la  personalidad y la trayectoria de sus protagonistas. Julito y Nino, cara a  cara, bajo el viejo pórtico del Heliodoro Rodríguez. Pasado, presente y futuro en el corazón tinerfeñista. Les separaban entonces 45 goles, pero el delantero andaluz estaba en condiciones de alcanzar la marca establecida por Julito y tomar el testigo del viejo cañonero de los cincuenta.

Julito y Nino posan para el fotógrafo Miguel Barreto ante el viejo portal de la grada de Herradura (ACAN)
Julito y Nino posan para el fotógrafo Miguel Barreto ante el viejo portal de la grada de Herradura (ACAN)

ISLEÑO DE ADOPCIÓN: “En mis tiempos no era como ahora, que el  delantero está más cerca del área rival. Yo tenía que moverme por  todo el campo, en busca del balón, robarlo y dar con la portería  contraria”, explicaba aquel día Julio Alonso, quien llegó a la Isla en  noviembre de 1952, procedente de su Madrid natal, con 21 años. No  podía imaginar entonces que iba a quedarse aquí para siempre.  Como tampoco que a esas alturas de su vida iba a terminar  residiendo a solo una manzana del estadio en el que escribió las  mejores páginas de su trayectoria deportiva.

Contratado para encarar el desafío de jugar por vez primera en  categoría nacional, con el salto de competición regional a Segunda  División, Julito cumplió el objetivo con creces. En el plazo de seis  meses, los blanquiazules solventaron una liguilla con la Unión  Deportiva Tenerife, aglutinante de los otros clubes históricos del área Santa Cruz-Laguna y el Norte, fruto de la fusión entre el Portuense y el Orotava, para batirse luego en la eliminatoria decisiva con el Orihuela.

Nino escuchó atónito esta síntesis sobre el preludio del ingreso de su  equipo en la categoría a la que retornaba ese verano, tras el descenso  de Primera. Tomó conciencia sobre la figura del veterano al que acababa de conocer. Y lo hizo en un espacio simbólico, la puerta por la que miles de aficionados accedieron al estadio capitalino en la tarde del 31 de mayo de 1953, la del 3-1 frente al Orihuela, cuando Julito se convirtió en artífice del triunfo y el ascenso, gracias a la obtención de los dos goles que valían para remontar el 2-1 de la ida.

LÍDER INAMOVIBLE: Durante las diez campañas siguientes, Julito fue sumando goles en categoría nacional hasta alcanzar los 112 que le mantienen como máximo artillero del representativo en la competición de Liga. Cincuenta y nueve años después de que marcara el último, contra el Real Jaén, el 19 de febrero de 1961, tal registro permanece inalterable. Con el paso del tiempo, solo Juan Pizzi (89 goles), Antonio El loco (83), un contemporáneo suyo, y el citado Nino (80) han sido capaces de seguir su estela. Aunque lo cierto es que todos se quedaron lejos de su marca.

La aparición de Nino, que en sólo tres años había alcanzado la cifra de 62 tantos, valió para rescatar del baúl de los recuerdos el ranking absoluto de los artilleros del Tenerife. Su regularidad extraordinaria y la renovación de contrato hasta el año 2014 situaron al almeriense ante un desafío inesperado. “No dejes de ser tú mismo; no hagas caso a nadie: haz lo que creas más adecuado en cada momento”, le aconsejó Julito.

El hermanamiento de los goleadores, una vez inmortalizado con la fotografía de rigor, acabó con un apretón de manos y el deseo sincero de suerte por parte del octogenario. Tres años después, el 2 de junio de 2013, Julito fallecía de manera repentina. Una indisposición en plena calle, la mañana que el Tenerife lograba en Hospitalet su vuelta a Segunda, acabó con su vida.

Nino continuó marcando goles y, avanzada la competición, acabó por superar en el ranking a Rommel Fernández (63 goles), Víctor y José Juan (74). Sin embargo, el descenso de categoría precipitó su salida del club, tres años antes de lo estipulado. La desvinculación se materializaría el 8 de julio de 2011, para comprometerse con el Atlético Osasuna, donde jugó las cinco temporadas siguientes. Superado el quinquenio navarro, en 2016 regresó a Elche, donde ya acumula 12 cursos, en sus dos etapas como blanquiverde.

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