El defensa grancanario jugó 13 temporadas en el CD Tenerife, ocho de ellas como capitán. Se despidió de la entidad como el futbolista que más veces defendió los colores blanquiazules, una marca que nadie ha conseguido superar.
BOTA HELIODORO / ACAN
Alberto Molina Navarro fue durante ocho temporadas capitán del CD Tenerife entre los años 60 y 70 del siglo pasado. Esto lo convierte en uno de los jugadores más carismáticos del conjunto blanquiazul, a pesar de que no tuvo ocasión de estrenarse en Primera División. No obstante, dos datos explican su talla humana y profesional: nunca fue expulsado de un terreno de juego y es el futbolista que más veces vistió de blanquiazul, con 413 partidos oficiales a sus espaldas.
Formado en los filiales de la UD Las Palmas, el zaguero grancanario recaló en el CD Tenerife a la edad de 20 años, un año después del efímero paso del CD Tenerife por Primera División (61/62) y uno antes del tercer ascenso de los amarillos a la máxima categoría en 1964. Su balance como blanquiazul se cifra en diez temporadas en Segunda División y tres en Tercera División.
Un paisano suyo, el legendario exjugador internacional Paco Campos, fue su primer entrenador en el Heliodoro Rodríguez López en la temporada 63/64. Ya ofreció un rendimiento destacado que le valió para recibir una oferta importante del Real Murcia. El club desestimó la propuesta, que incluía también el traspaso de Justo Gilberto y estaba cifraba en tres millones de pesetas de la época [18.000 euros de hoy].
Su longeva vida tinerfeñista le hizo partícipe del descenso administrativo a Tercera en 1969, pero también le permitió formar parte del conjunto entrenado por García Verdugo que retornó a la categoría de plata en 1971. Después de dos campañas de asentamiento en la categoría —incluida la eliminatoria de permanencia en 1973—, integró el equipo que, de la mano de Dagoberto Moll, estuvo a punto de dar el salto a Primera División en el curso 73/74, cuando acabó a solo dos puntos de la tercera plaza.
Ya en su última campaña con el CD Tenerife (75/76) participó en la recordada eliminación copera del Real Madrid CF, y solo se perdió tres de las 45 citas (38 ligueras y siete coperas), siempre jugando de inicio. Antes fue forjando su leyenda con éxitos parciales como participar como titular del equipo durante dos temporadas consecutivas (los 76 encuentros de liga de los cursos 71/72 y 72/73).
Molina fue protagonista, el 1 de enero de 1967, de uno de los relatos más célebres de la historia del representativo: el gol del cojo. Cuando las sustituciones estaban prohibidas y al jugador lesionado se le enviaba cerca de la portería rival —o a una banda— para que no estorbara. Molina le marcó al Racing de Ferrol el que sería el primero de sus tantos como blanquiazul.
Lesionado en la rodilla en el minuto 5 de aquella cita de la 15ª jornada, pudo dejar al equipo en inferioridad, pero regresó para colocarse primero junto a una banda y luego de delantero centro. En el minuto 71, el extremo Godoy envió un balón al corazón del área visitante, y por ahí apareció Molina para rematar de cabeza y batir a Zumalabe. Apenas celebró el gol. Y no volvió a jugar hasta veinte meses, después de dos operaciones de menisco y ligamentos cruzados y una sufrida rehabilitación.
Retirado de la práctica, a Alberto Molina le acompaña desde entonces la misma sonrisa y la nobleza que le distinguió como gran futbolista y gran persona… Y una cojera, que ningún aficionado blanquiazul debería olvidar a qué se debe.