1989-1990: El gol de Eduardo nos cambia la vida

Un tanto de Eduardo Ramos en la vuelta de la promoción de permanencia en el estadio de Riazor permite al Tenerife eludir el descenso, tras una temporada con cambio de entrenador: Azcargorta por Miera.

ACAN

Fue el 10 de junio de 1990. El Tenerife se jugaba su permanencia en Primera midiéndose al Depor en la promoción. Un certero cabezazo del lagunero abrió una nueva etapa en el tinerfeñismo. Aquel gol marcó un antes y un después. Fue el punto final a una época de sufrimiento y el aldabonazo de salida a una etapa de alegrías.

Extraña pretemporada. Vicente Miera, contratado tardíamente durante la pretemporada de agosto, fue el entrenador elegido por la directiva inicialmente, aunque luego sería sustituido por Xavier Azcargorta en el segundo partido de la segunda vuelta. La llegada del técnico vasco supuso una ligera mejoría, pero el Tenerife no se libró nunca de las últimas posiciones. A dos jornadas del final, una derrota en casa ante el Cádiz con un gol en propia puerta de Manolo Hierro sentenciaba prácticamente a los blanquiazules a disputar la promoción. En la jornada de clausura se perdió en Málaga por 2-1 y todo tenía que decidirse a una sola carta con el Deportivo de la Coruña.

Nueva era. El 0-1 conseguido en el choque de vuelta de la promoción contra el Deportivo, en Riazor, fue el principio de una nueva era en el CD Tenerife. Durante los noventa el cuadro tinerfeño alcanzaría la púrpura y la gloria, pero hubo un antes. Antes hubo modestia y sacrificio. Antes fue el gol de Eduardo. El conjunto tinerfeño jugaba entonces su primera temporada en Primera 27 años después de su anterior paso por la élite allá por el curso 61-62. El partido de ida se disputó el 2 de junio en el Heliodoro y el cuadro gallego, dirigido entonces por Arsenio Iglesias, conseguía un valioso empate a cero que ponía la eliminatoria cuesta arriba para el Tenerife.

Un tanto inolvidable. El gol de Eduardo, un cabezazo en el segundo palo entrando desde atrás, llegaría en el minuto 13 y a raíz de un centro medido desde la derecha del Chapi Ferrer. El resto del partido, el representativo se defendió a ultranza. Más de 80 minutos de sufrimiento en los que la Isla entera fue puro nervio y que desembocaron en una borrachera de alegría porque, por fin, el Tenerife repetía temporada en Primera tras la efímera estancia de la 61-62.

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