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La primera visita del Athlétic, a golpe de invitación

El extremo tinerfeñista Felipe remata ante Blasco, en presencia de Urquizu y Moronati, durante el primer partido de la gira (ACAN)

El Athlétic de Bilbao jugó en 1933 en la capital tinerfeña, dentro de la gira de dos semanas por las islas concertada por el Tenerife. “Nunca vimos el Stadium con un aspecto tan grandioso; faltaba localidad para tanta gente”, escribió Domingo Rodríguez en el diario ‘La Prensa’.

BOTA HELIODORO – 28 enero 2020 / JUAN GALARZA

Mientras estuvo cerrado el acceso a las competiciones nacionales, a comienzos de los 50, salvo esporádicas participaciones en la Copa de 1932, 1934 y 1940, el Tenerife no tuvo otra que medirse con los grandes por la vía de concertar amistosos en verano. Fue así como compareció en la isla, por vez primera, el Athlétic de Bilbao, en agosto de 1933. Venía de ganar en Montjuich su decimotercera Copa –la cuarta consecutiva–, al imponerse al Madrid (2-1), tomándose la revancha de la Liga, donde había acabado segundo, a dos puntos de los merengues.

El tinerfeñismo se mostraba agradecido con la política del club de traer cada año a los mejores equipos de España. De hecho, ese mismo verano ya había pasado por aquí el Español, tercer clasificado en la Liga y semifinalista en la Copa, que salió derrotado del Stadium –como se conocía el recinto de la calle de San Sebastián– en dos de los tres partidos contratados.

El acuerdo con los bilbaínos incluía también tres partidos, además de otros tantos en Las Palmas (uno con el Marino y dos con el Victoria), y el aficionado se lanzó a comprar los abonos desde el instante en que fueron puestos a la venta, veinte días antes del primero. La expectación alcanzó otras islas, como La Palma y Gran Canaria, donde la compañía Pinillos fletó un vapor para más de 200 aficionados.

Nadie quería perderse “el juego inteligente del mejor interior derecha de España, Iraragorri. O los centros de Lafuente, las sensacionales coladas de Gorostiza –apodado Bala Roja–, el empuje de Urquizu, la serenidad y seguridad de Blasco o los saltos atléticos de Bata”. En definitiva, el juego característico del Norte, de verdadero fútbol. “Juego duro, pero noble. El juego viril y entusiasta que le ha hecho merecedor del ansiado título de campeón de España”, como explicaban los cronistas locales en las vísperas.

Enfrente, un Tenerife que ya había causado sensación en la península, durante una gira por Madrid y Barcelona, celebrada en primavera, cuando fue capaz de vencer al Atlético y el Barça, en el Metropolitano y Las Corts, respectivamente. Un Tenerife integrado en su equipo base por Cayol; Llombet, Morera; Arencibia, Cárdenes, García; Felipe, Rancel, Chicote, Semán y Luzbel. Uno de esos onces inolvidables en la memoria de los buenos aficionados.

LLENAZO Y OVACIÓN. Al llegar la tarde del 27 de agosto, la visión del campo de juego era impresionante. “Nunca vimos el Stadium con un aspecto tan grandioso; faltaba localidad para tanta gente”, escribió Domingo Rodríguez en el diario La Prensa. La salida a la cancha de los futbolistas, primero los del Tenerife y después los del Athlétic, fue saludada por los espectadores con una ovación atronadora.

Los rojiblancos formaron con Blasco; Moronati, Urquizu; Cilaurren, Muguerza, Roberto; Lafuente, Iraragorri, Bata, Uribe y Gorostiza. O sea, todos sus titulares, a excepción de Chirri, que se hallaba lesionado. Días antes de que llegaran a la isla, el doctor Ángel Capote, que había sido directivo y entrenador blanquiazul, advertía sobre el Athlétic: “Al equipo vasco hay que jugarle con buena técnica y con entusiasmo. Pero no un entusiasmo alocado. Hay que poner alma, mucha alma, pero sin perder los estribos”.

El extremo tinerfeñista Felipe remata ante Blasco, en presencia de Urquizu y Moronati, durante el primer partido de la gira (ACAN)
El extremo tinerfeñista Felipe remata ante Blasco, en presencia de Urquizu y Moronati, durante el primer partido de la gira (ACAN)

 

Dicho y hecho. Nada más iniciarse el partido, el Tenerife lo puso todo. Conjugó corazón y cabeza, a base de una sucesión de combinaciones a ras de tierra que dieron lugar, antes del descanso, a tres goles de su futbolista más cerebral, Bernardino Semán, el “artista del juego exacto”, como la calificó Julio Fernández, compañero de equipo y director del semanario ‘Aire Libre’.

Cuando los bilbaínos salieron de su caseta para afrontar el segundo período, su delantero Lafuente, autor del único tanto de su equipo hasta entonces, comentó en voz alta: “Nada, que se juega aquí mucho. Pero ahora vamos a ver si nosotros también jugamos”. Y vaya que sí lo hicieron. Uno tras otro, hasta cuatro goles más acabaron entrando en la puerta defendida por Gilberto Cayol, obra de Iraragorri (2), Gorostiza y Bata.

Aunque Luzbel, el extremo izquierdo que años antes batiera al gran Ricardo Zamora, en un amistoso contra el Madrid, marcó el cuarto del Tenerife, poco antes del final, no hubo tiempo para más. El Athlétic, que en toda la temporada anterior solo había perdido un partido lejos de San Mamés, ante el Arenas de Guecho, se anotaba su primer triunfo en las islas.

En sus otras dos actuaciones en el Stadium, acontecidas los días 31 de agosto y 3 de septiembre, los campeones vascos sumaron otras tantas victorias (2-4 y 3-4). Luego, en la capital grancanaria, donde completaron la gira por el archipiélago, el Athlétic empató primero con el Marino (2-2), derrotó seguidamente al Victoria (1-2) y acabó por sucumbir con el cuadro porteño, en su segundo cruce consecutivo (4-0), el 14 de septiembre.

UNA SEMANA DE VIAJE. Para realizar su gira por Canarias, la expedición del Athlétic, encabezada por su nuevo presidente, José María Olabarría, partió el sábado 19 de agosto de la capital vizcaína. Su primera escala se situaba en Cádiz, donde el jueves 24 estaba previsto que sus integrantes embarcaran en el vapor Juan Sebastián Elcano, directamente hacia Santa Cruz, sin necesidad de hacer escala en Las Palmas.

La llegada al puerto tinerfeño se produjo el sábado 26, veinticuatro horas antes del debut en el Stadium. “Es la primera travesía por mar que hace el Athlétic y algunos jugadores se marearon el primer día”, explicaba Olabarría, a las pocas horas de llegar, sentado en la terraza del café La Peña, en plena plaza de la Constitución (hoy de la Candelaria).

Seguidores blanquiazules, igual que miembros de la colonia vasca residente en la isla, acudieron al muelle para recibir a los futbolistas bilbaínos y su nuevo entrenador, Patricio Caicedo –sustituto de Mr. Fred Pentland–, acompañándolos al Hotel Orotava, en la plaza España. Allí quedaron alojados durante su estancia de 10 días en Santa Cruz. Redactores de La Gaceta del Norte y Excelsius, el primer diario deportivo de España, completaban el grupo.

En la noche anterior, la sede del club acogía una reunión propia de la época. El entrenador, Alberto Abrisqueta, que cuatro meses antes había gestionado en Bilbao la gira de los leones, presentaba a la junta su propuesta de alineación. “El entrenador y la directiva tienen que poner mucho cuidado en la confección del equipo, prescindiendo de simpatías por tal o cual jugador”, se advertía en la prensa.

“El Tenerife es un gran equipo y tiene individualidades de clase. ¿Su jugador más destacado? Semán, el interior izquierdo”, afirmaba Gorostiza, uno de los 13 futbolistas del Athlétic con categoría de internacional. No era para menos. Siete integrantes del once titular del representativo llegaron a jugar en categoría nacional: Arencibia (Atlético de Madrid), Cárdenes (Celta), Rancel (Betis), Chicote (Sporting), Semán (Barcelona y Español), Cayol y Morera (Madrid).

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