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Chicote, o el arte del remate a la media vuelta

Chicote

Jugando para el Real Sporting de Gijón sufrió una lesión en Valencia que frustró su fichaje por el Real Madrid CF y le obligó a regresar a la Isla, incorporándose al CD Tenerife.

WEB CDT / ACAN

La memoria es muy frágil en el fútbol, pero las hazañas de algunos jugadores se transmiten de generación en generación de manera que su nombre permanece indeleble en el recuerdo. Es el caso de Juan Chico Díaz, Chicote (Santa Cruz de Tenerife, 1912-2001), reconocido siempre como uno de los mejores delanteros del fútbol tinerfeño.

Retrato de Chicote, con dedicatoria a su compañero de equipo Bernardino Semán (ACAN)
Retrato de Chicote, con dedicatoria a su compañero de equipo Bernardino Semán (ACAN)

Formado en el infantil Tenerife, con 16 años se proclamó campeón de Canarias con el mítico Iberia. Y al año siguiente, aún con la escuadra blanquinegra del barrio del Toscal, fue el máximo goleador del Campeonato Insular, empatado con otro talento de la época, Quico Tejera (Real Unión). Chicote se hizo pronto un nombre entre los grandes arietes del fútbol insular y su valía le situó a la misma altura de otros ilustres como Arocha, Luzbel o Semán.

Fama y talento le sirvieron para fichar por el Real Sporting de Gijón, donde jugó durante dos temporadas (30-31 y 31-32). Allí estableció una marca —anotar en sus cuatro primeros partidos oficiales con el primer equipo— que se mantuvo inalcanzable durante más de 80 años, hasta que la igualó el serbio Scepovic en 2013.

Chicote dejó un sello imborrable en Gijón por una asombrosa capacidad para ver puerta que le convirtió en el ídolo de la afición local, hasta el punto de que años más tarde, en una visita del Real Sporting al Heliodoro Rodríguez López, recibió la insignia de oro y brillantes como reconocimiento a su destacado paso por las filas rojiblancas.

Si algo distinguía a Chicote era su particular remate a la media vuelta en apenas un palmo de terreno. Hizo de este gesto una suerte infalible. Era, además, un delantero que iba muy bien por arriba y contundente en todas sus acciones. Cuando ya había llamado la atención del Real Madrid CF, una grave lesión producida por el defensa del Valencia CF Torregaray frustró su fichaje por el club blanco. Entonces, Chicote regresó a la Isla y se recuperó con una particular terapia consistente en baños de sol y en enterrar la rodilla en arena caliente.

La rehabilitación le permitió formar parte, durante una década, de un CD Tenerife mágico que derrotó por dos veces al Real Madrid CF de Zamora, Ciriaco y Quincoces (1932); se impuso en Les Corts y el Metropolitano a FC Barcelona y a Club Atlético de Madrid (1933); logró la primera victoria en la Copa de España ante el Hércules CF (1934); y, ya tras la Guerra Civil, ganó al Sevilla FC de la delantera Stuka en la Copa del Generalísimo (1941), tal y como cuentan Juan Galarza y Luis Padilla en su libro El CD Tenerife en 366 historias.

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