El exfutbolista atesoró miles de recuerdos de una trayectoria deportiva incomparable, que se vio truncada en la guerra civil / La Fundación se hace con el legado fotográfico de la primera gran leyenda tinerfeñista, gracias a la generosidad de sus sobrinos
BOTA HELIODORO – 28 febrero 2021 / JUAN GALARZA
El periodista Domingo Rodríguez, redactor del diario La Prensa, se desplazó a Barcelona, finales de 1929, para escribir un reportaje acerca de las andanzas de Ángel Arocha por la Ciudad Condal. No era para menos, porque los aficionados isleños demandaban información sobre los éxitos constantes de su gran ídolo, que dos años atrás había firmado contrato con el FC Barcelona.
Desde la creación del CD Tenerife, en el año 1922, ningún otro jugador había apasionado tanto a los aficionados locales como aquel delantero, conocido como Arochita, dada su extrema juventud respecto a las figuras del momento. De hecho, pronto empezó a quedarla pequeña la competición infantil, pasando a entrenar con los mayores. Solo tenía 17 años, edad con la que debutó en el primer equipo, el 5 de abril de 1925.
Desde ese instante, en un amistoso con el Salamanca FC, del barrio santacrucero del mismo nombre, Arocha presentó sus credenciales. Anotó los dos goles del partido y abrió la cuenta de una trayectoria como blanquiazul tan corta como espectacular.
Porque en los 77 partidos que jugó con el Tenerife, hasta su despedida, el 27 de marzo de 1927, el delantero totalizó 73 goles, según se recoge en un estudio reciente del área de Proyectos Históricos de la fundación.
El impacto de aquella efectividad, agrandado por su manera de desenvolverse ante las defensas contrarias, precipitó su traspaso al Barcelona. Nacía así el mito. Cualquier noticia publicada en la prensa, sobre sus correrías por los campos peninsulares, era devorada con fruición y centraba las tertulias en los cafés del viejo Santa Cruz.
RECIBIMIENTO POPULAR: Pero nada comparable con la situación vivida cuando Arochita volvió a pisar suelo chicharrero, el 10 de julio del año siguiente. El FC Barcelona había sido contratado para realizar una gira por Argentina y Uruguay y el buque que transportaba a la expedición, el vapor Infanta Isabel de Borbón, realizó una escala en esta capital. ¡Para qué fue aquello! Centenares de aficionados se congregaron en la marquesina del puerto y alrededores para aclamar al futbolista. En medio de una ovación clamorosa, los más entusiastas lo elevaron a hombros, llevándolo en masa hasta la cercana rambla de Sol y Ortega, hoy conocida como avenida de Anaga.
Al día siguiente, antes de reemprender la travesía, el futbolista nacido el 24 de junio de 1907 en el Duggi anunciaba que su próxima visita sería en el verano de 1929. Deseaba descansar en la isla un par de meses. Llegado el momento, el CD Tenerife le organizó un partido homenaje ante el Marino FC, el 11 de agosto, con el Stadium abarrotado. Los locales golearon al equipo grancanario (7-2) y Arocha anotó cinco dianas.
Además, el club le obsequió con un álbum fotográfico de su trayectoria en la entidad, que de alguna manera quería corresponder al detalle tenido por Arocha, cuatro meses antes, cuando obsequió al club el balón con el que ganó la final del Campeonato de España del curso anterior. Aquel trofeo, con las firmas de todos los protagonistas, permaneció expuesto en la sede blanquiazul, hasta su desaparición en el incendio sufrido en 1945.
EL CARIÑO DE UN PADRE: “Me voy con la pena de separarme otra vez de mi querida tierra y llevo, ahora, como siempre, un recuerdo gratísimo, una dulce añoranza. Dejo atrás muy buenos amigos y camaradas y los días que he pasado entre ellos y las atenciones sin límites que me han prodigado, no han de borrarse en mi tan fácilmente”, escribió Arocha a su regreso, en una misiva dirigida a Domingo Rodríguez.
“Para el Club Deportivo Tenerife -añadía-, que me recibió con el cariño de un padre, y tuvo conmigo el mismo calor de siempre, el más fuerte brazo de despedida, con la promesa de volver el año próximo a vestir sus colores, que siguen siendo espiritualmente los mío”.
La declaración halló su reválida cuatro meses más tarde, cuando el mencionado periodista se desplazó a Barcelona para realizar aquel reportaje. Explica el cronista cómo tuvo ocasión de repasar con Arocha, en su domicilio de la calle de Diputación, “centenares de fotografías de toda su vida futbolística en Cataluña, de sus excursiones por las provincias españolas, del viaje a Sud América (sic) y, en lugar preferente, los recuerdos para él gratísimos de Tenerife, de sus amigos, de todos sus camaradas”.
En el epílogo del artículo, Domingo Rodríguez sentenciaba: “Para el mañana, estos recuerdos suyos de la hora presente han de tener el valor inestimable de la joya más preciada y la añoranza de los momentos felices de su juventud triunfante. Por eso él los conserva como oro en paño”.
ACUERDO CON LA FAMILIA: Noventa y dos años después, la Fundación Canaria Club Deportivo Tenerife acaba de adquirir los derechos de uso del legado fotográfico y documental de Ángel Arocha, gracias a la generosidad de sus sobrinos. El acuerdo suscrito por el presidente, Miguel Concepción, y Manuel de la Hoz, en representación de la familia del exfutbolista, enriquecerá el Fondo de Patrimonio Histórico creado recientemente por la entidad blanquiazul y permitirá su futuro disfrute por todo el tinerfeñismo, en publicaciones y muestras expositivas.
Además de debutar con la Selección española en 1931, convirtiéndose en el primer tinerfeño que alcanzaba la internacionalidad, Arocha completó en 1933 una andadura de siete temporadas en el FC Barcelona. Su carrera posterior en el Atlético de Madrid se vio truncada con el estallido de la guerra civil, en la que tomó parte. Su vida acabó en una trinchera, el 2 de septiembre de 1938, cerca de Castelló de Farfanya (Lleida).
Los restos mortales de Arocha fueron trasladados a la isla en 1942, a bordo de la motonave Ciudad de Palma, recibiendo sepultura el 22 de enero, en el cementerio de Santa Lastenia. La joya más preciada del deportista chicharrero, su legado, ya descansa en la sede del CD Tenerife.